sábado, 25 de enero de 2014

Carta a un niño: Las Cuevas de Altamira

Hola, ¿Cómo estás? Adivina qué, el día de hoy te contaré una linda historia sobre un asombroso lugar. Hace mucho pero mucho tiempo había demasiado  frío en nuestro planeta, sin embargo las personas no tenían una casita donde pudieran mantenerse calientitos, tampoco  tiendas donde comprar ropa ni comida y mucho menos dulces. Es por eso que en ese tiempo las personas tenían  que usar lo que la naturaleza les daba.

Ellos no vivían en ciudades, con grandes edificios, no había coches, todo era paz con las plantas, los animales, el cielo y la tierra. Es por eso que solían dormir en oscuras  cuevas para evitar convertirse en hielos vivientes. No tenían focos, pero usaban fogatas para ver en la noche. Puede dar miedo pensar dormir en la oscuridad sin ninguna lámpara que ilumine un poco, sin embargo imagina el cielo amplio e iluminado por miles de estrellas que parpadeaban como si estuvieran muy felices de verte, eso seguro que iluminaba lo suficiente para alejar a cualquier monstruo.

En esos lugares existían grandes árboles  y animales que sólo podemos ver en el zoológico o en un libro. Venados, caballos salvajes que corrían con toda su familia por las praderas, también osos, mamuts y bisontes. ¿No sabes qué son los bisontes?  Pues  te diré, son como grandes vacas pero muy peludas  como si fueran osos con cuernos. Su piel los protegía de la nieve, es por eso que las personas tenían que cazarlos para comer su carne y hacer su ropa. Sin embargo, no tenían tijeras, agujas ni  hilo, nada con lo que pudieran costurar. Lo sé, te preguntas cómo hicieron su ropa, ¿con magia acaso? Pues no, ellos  eran muy inteligentes más de lo que muchas veces creemos, así que hicieron todo lo que necesitaban para comer, vestirse, y nada les faltaba.

Debió ser una vida muy difícil pero no todo era trabajo, ya que ellos fueron los primeros artistas que se conocen. Recuerdo cuando estaba en el kínder, solía dibujar sobre animales, a mi familia, o los personajes de mis caricaturas favoritas como Sailor Moon (eso será otra historia), y estoy segura que tú haces lo mismo. Pues verás, en ese tiempo en varios puntos del planeta las personas se interesaron en uno de los mejores pasatiempos: pintar.

En este caso te contaré de un grupo específico que vivía cerca del mar. Ellos no usaban papel ni crayones o acuarelas, ellos hacían maravillosos dibujos en los techos y paredes de su hogar, de su cueva. Seguro que fue bastante complicado descubrir sus pinturas a partir de la naturaleza, pero al mirar el techo sabían que sus dibujos valían la pena. Dibujaron a los bisontes, a esas vacas que imitan a grandes osos. Al mirarlos, seguro pensaron que eran reales porque las piedras del techo asemejaban sus grandes cuerpos.  Era como si los mismos animales que dibujaban cobraban vida e intentaban brincar del techo para correr hacia las praderas con sus amigos. También hacían diferentes simbolitos e incluso marcaban sus manos como muchas veces hemos hecho en un papel.

Seguro pensaras que es un cuento de hadas todo lo que te digo, pero adivina, es verdad. En España, en un país del otro lado del mar vivieron estas personas que a través de sus dibujos mostraban lo que estaba a su alrededor. Sin embargo, su casa era una cueva y por motivos desconocidos se derrumbó ocultando las pinturas como si fuera el tesoro de un pirata.


Muchos años después, cuando el mundo  era más parecido a lo que hoy conocemos, un hombre así como tu papá o el mío visitó la cueva en busca de los objetos creados por  esas personitas que te conté. Pero fue su hija, una pequeña como tú, fue quien descubrió a esos animales que la saludaban desde el techo de la cueva.

Imagina como te sentirías al descubrir un tesoro escondido, eso sintieron aquel papá y esa niña, por eso le mostraron a todos lo que descubrieron, sin embargo los científicos no les creyeron, ya que pensaban que todo era una mentira.
Es triste que no le creyeran, pero ese hombre debe ser un ejemplo para ti y para mi, de que sin importar que los demás no nos crean, debemos confiar en nosotros y así cumpliremos nuestros sueños. Así como este señor, que a pesar de todo consiguió que los demás se dieran  cuenta que esas pinturas eran verdaderas.

Aquí te mando unas fotos de esas pinturas para que veas lo bonitas que son. 
Bisonte en Las Cuevas de Altamira
Techo en Las Cuevas de Altamira
Bueno, ya me voy pero sólo te quiero decir una cosa más, siempre has lo que te gusta y lucha por ello, porque un día, en muchísimos años, todo lo que hagas se puede  convertir en un verdadero tesoro como Las Cuevas de Altamira. 

No olvides que te quiero.
Atte. Una amiga.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario