Símbolo máximo de desmaterialización, edificio que se
desnuda del macizo para dejarse cubrir por los vitrales coloreados. Fue
iniciada en el siglo XIII y está
dedicada a Santa María de Regla, cabe mencionar que se encuentra en pleno
Camino de Santiago.
Este bello edificio inspiró al papa Juan XXIII cuando era un
seminarista a decir: En la catedral de León hay más vitral que piedra, más luz
que vitral y más fe que luz. Esa fe que desborda del mismo modo que la luz cae
a través de esos muros tan frágiles pero que sostienen toda una fe.
Algo interesante es que se descubrió que la catedral se erigió
sobre algunas antiguas termas romanas, sin embargo eso no es lo único que se
oculta bajo los cimientos de la catedral, también se esconden los restos
de otras catedrales de estilos
diferentes que precedieron a la gótica.
Si bien la catedral la podemos considerar como los cimientos
donde se construye una fe envuelta en el ambiente impregnado de misticismo, lo
cierto es que existieron múltiples problemas estructurales derivados de la
inestabilidad del suelo así como de los malos materiales empleados en su
construcción.
Sin embargo, lo más importante y que mantiene a esta catedral en su tan merecida posición
son los bellos vitrales cuya importancia
sólo se compara con los de Chartres, símbolo de la habilidad medieval y cuya
existencia no se compara a nada creado por los hombres.
Algo que realmente me maravilla es la capacidad de construir
un edificio sobre los restos de otro, el renacer de las cenizas
cual Fénix. La existencia de una catedral cuya existencia está llena de
paradojas: la solidez sustentada por la fragilidad; la oscuridad que cobija y
da paso a la luz. Un entorno mágico que hace imposible negar la existencia de
un dios que provea tanta paz y belleza en la tierra.
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